Transferencia: Entrenamiento y Competición

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¿Cómo conseguir materializar en competición lo logrado entrenando?
Transferencia: De la teoría de la práctica a la práctica de la práctica

No es inusual que buenos/as deportistas bien entrenados/as que en los entrenamientos rinden, luego no lo consigan en competición. También ocurre en los casos en que ojeadores descubren el potencial de un/a joven e incluso cuando alguien demuestra talento, este se vea truncado o frenado al ascender de categoría.

Sin duda, y cómo suele ocurrir en el complejo mundo del deporte que a su vez es reflejo de la vida misma, esto no depende de un solo factor. No parece que haya un sólo botón al que apretar para poder llegar a tener el mismo éxito en competición que entrenando. En cambio, parece que partir de la base de creer que se puede, ya que de hecho de se puede, es un buen inicio. Con esto, no apelo para nada a la falsa psicología positivista o la malentendida ley de la atracción. No basta creer que se puede para que se pueda lograr el éxito. Ya hemos hablado en otros artículos sobre el miedo al errorla motivaciónlas presiones externas… bien, no descartemos la importancia de todos estos factores. No obstante, en este artículo la clave la centraré en hacer clara apología a la ATENCIÓN a modo de concentración.

Así, he elegido una cita de Sesha que me inspira y con ello quiero empezar: “No importa si los estímulos externos van cambiando, es más, deben hacerlo, ello es normal. Esto no es un problema, como tampoco lo es escuchar el murmullo de un río que constantemente va cambiando. No fuerces la atención, no lo hagas. Salta de un estímulo a otro, no pasa nada. Advierte cómo al leer un libro pasas de una letra a otra, de un párrafo a otro…, nunca se pide que tu atención se quede exclusivamente en una sensación visual. Llegará el momento donde tu mente podrá sostenerse «fuera» constantemente pasando de un estímulo sensorio a otro, sin importar en qué orden percibas”. Sesha, maestro y genio, me enseñó a diferenciar entre dos tipos de atención: la eficaz, que es una atención disipada, con la que solemos actuar en el día a día; y la eficiente, una atención integradora, la que se centra sólo en lo que importa en ese momento, como puede ser en el balón cuando hago pases de balón.

Con esto vengo a introducir que durante la práctica deportiva, la atención, necesariamente ha de estar en los objetos externos , lo que, es importante situar esos objetos externos en el presente como constante y permitir que vayan aconteciendo en un presente constante sin quedarnos como atascados ni proyectarnos.
Pues, en el caso de un partido de Baloncesto, el tiempo, el reglamento, el balón, la canasta, los compañeros, la dinámica del juego… todo es un entorno más que conocido para quien entrena y por lo tanto, tiene bagaje sobrado para resolver la situación satisfactoriamente. De hecho, aunque no es fácil mantenerse durante todo el partido concentrado, esa cualidad resulta ser gran parte del éxito y lo que diferencia a un ganador de un practicante talentoso. Pues, en el deporte, muchos son los llamados, pocos los que destacan, y aún menos los ganadores.

Por poner un ejemplo, Rafael Nadal. De primera mano sé que a parte de su esfuerzo, dedicación, talento, forma física, técnica adquirida, entorno para convertirle en un campeón… lo más relevante es su capacidad de concentración. La manera en que ha podido entrenar su mente para conseguir que el ruido mental no interfiera en su precisión de juego, y la mantiene sin entrar en provocaciones, sin despistarse con sus temas personales, sin atender a la grada, sin cuestionarse la puntuación, sin plantearse si acierta o falla, sin atender a la fatiga o las molestias musculares; cada saque, es un inicio, independiente de los anteriores, tras cada bote, sólo queda volver a golpear la bola… y así hasta que acaba el encuentro.

Por lo tanto, ¿de qué se trata?. Muchas personas pueden responder: ¡de suerte!, ¡de confianza! ¡de las capacidades personales de cada cual! ¡depende! ¡de la motivación!… Bueno, todo lo que quieran, al final, para mí la clave está en atender. Porque atender es previa a toda actividad, atender es continuo y atender puede ser eficaz o eficiente. Entonces, hagamos de la atención en el deporte una atención eficiente, deshagámonos del ruido y atendamos sólo a lo que de verdad importaEs acallar el ruido interno, que son todas esas que intentan predecir lo que ocurrirá o juzgar lo que ocurre, que a menudo nos confunden, nos machacan o cuanto menos nos distraen. Y, acallar el ruido externo que se produce en la cancha, ya sean las actuaciones arbitrales, las voces desde el banquillo, o los gritos de las gradas…

Se trata pues, de desarrollar la capacidad de atención eficiente, una capacidad no solo innata y asequible a todos, ya que para cualquier persona es en realidad imposible no atender. Se trata de aprender a escoger a qué atender. Por supuesto, esto requiere un entrenamiento mental que experimentar y sostener la vacuidad (sostener lo vacío). Es, poder conseguir estar PRESENTE de manera absoluta en la cancha de baloncesto y centrar la emoción en el mero disfrute por el fluir natural del juego. Y digo de manera natural porque no hay voluntad en la atención, atendemos, queramos o no, el quid de la cuestión está en elegir a qué atendemos. Si nos llegan 400000 millones de bytes de información a nuestro cerebro por segundo, ¿de cuánto somos conscientes? ¿cómo elegimos eso?

Entonces, se trata de fluir igual que un río sabe hacia donde fluir, un/a jugador/a de baloncesto que ha entrenado y conoce la técnica, la táctica, la jugada, la comunicación con sus compañeros/as, ya no ha de pensar, es automático, tiene bagaje sobrado de movimientos y decisiones a tomar; se trata “simplemente” de JUGAR.

Aunque pueda sonar iluso, cuando se juega fluyendo es como quien flota en el mar, como quien ante un lienzo va realizando trazos libremente, como quien conduce automáticamente, como quien baila sin complejos en su soledad sin temor al juicio o necesidad de dar una imagen, como quien leyendo (como dice Sesha) simplemente va enlazando una letra con otra y estas conforman un sentido cuando conocemos el idioma. Un idioma como el idioma del baloncesto, el que el/la jugador/a conoce y no ha de dudar que conoce y puede leer. Este es uno de los caminos con los que alcanzar sólo la satisfacción y disfrute interior, sino también la consecución de un resultado propio y ajustado a lo entrenado.

Nuria Yolanda
Psicóloga Deportiva
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