La Libertad en tiempos del Coronavirus (antes, durante y ¿despúes?)

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El presente artículo, “La Libertad en tiempos del Coronavirus (antes, durante y ¿después?)”, fue escrito por Nuria Yolanda en aquellos días de cuarentena en el que el Mundo entero estaba padeciendo el coronavirus.

“Libertad”, una de esas palabras con las que llenarse la boca en cuestión de valores. Uno de esos valores que han movido revoluciones y que incluso ha llevado a cambios significativos a lo largo de la Historia de la humanidad. Todo esto, en referencia a la Esclavitud, a prisiones, a secuestros, a regímenes dictatoriales, a discriminaciones sociales, a derechos civiles. (¿y a la libertad de ser en esencia?). Ahora hay una nueva ley que nos obliga a confinarnos en casa sin libertad de movimiento ni de reunión, algunos de esos derechos que damos por sentados en un estado democrático. Puede que sea el momento de contemplar la Libertad en unos términos algo diferentes a los que viene a definir la RAE.

Cuando me propusieron escribir este artículo de actualidad (lejos de mis quehaceres y aspiraciones habituales) ya tuve claro que no me iba a ganar el acuerdo del público ni la aceptación al exponer mi humilde opinión al respecto, es más, puede que no sepa expresar. He de iniciar mi exposición con algo poco esperanzador y que realmente creo, la Libertad no existe más que como ideal.

Es un ideal del que nos podemos sentir, a menudo, próximos, pero… no deja de ser un ideal a modo de ilusión en su concepción de falsa percepción de la realidad. Como seres humanos no somos libres: nos regimos por unas leyes de la naturaleza que, en ocasiones nos negamos a cumplir y respetar; como animales mamíferos que somos, somos seres sociales, y vivir en sociedad nos limita, capa nuestra esencia, creatividad y espontaneidad; y tenemos limitaciones como personas, porque por mucho que juguemos a intentar ser Dios, por mucho que nos creamos completos agentes de nuestras vidas, somos ínfimas criaturas del Universo. Lo siento, pero NO SOMOS LIBRES, y eso nos gusta tan poco, que nos lo negamos, con lo que nos apegamos a una ilusión externa de libertad como si de la misma Matrix se tratara.

Nos creemos libres. Sí, creemos que elegimos nuestra, profesión, nuestra pareja, nuestros hobbies… nuestra vida, en definitiva. Y… ¡claro que gusta creer que la elegimos! sobre todo, cuando nos gusta o nos van bien las cosas; ¡qué bonito sentirse agente cuando nos ha salido “bien”!. En cambio, cuando no nos gusta o no nos va tan bien… ¡Ay! ¡Ahí la cosa cambia! Ahí ya no somos tan agentes de nuestras vidas… no sé cuántas veces he oído esas palabras que cada vez me chirrían más “no es mi culpa” seguidas siempre de argumentos para deshacerse de la propia responsabilidad. Entonces, sí: “entonces somos pobres víctimas del sistema, víctimas de unos padres que se equivocaron mucho con nosotros o fueron muy malos, víctimas de no sé qué que ha hecho o dejado de hacer la pareja, pobres subordinados de un/a jefe/a… vamos a decir malintencionado (por no utilizar palabras mayores y malsonantes), víctimas de las decisiones políticas y de la economía, de los mandamases…” ¿En qué quedamos? ¿Tan libres somos? ¿O nos creemos que lo somos? A mi modo de ver, además de las limitaciones existentes e impuestas, nos privamos a nosotros/as mismos/as de libertad, nos cortamos la alas más incluso de lo necesario y eso es porque estamos dormidos/as, y muchas veces no nos damos ni cuenta o si lo hacemos, casi que preferimos no despertar.

Y esta pandemia, nos lo viene a demostrar (desde mi visión con la esperanza de que en algún porcentaje de la población despierte: expanda su mente y libere su ser). Confinados, parece que ciertos límites se hacen más presentes. Sí, no lo negaré, el nuevo Decreto, coarta libertades que muchas veces no eran valoradas, y esto no es una simple lección de “empieza a valorar lo que tienes en lugar de quejarte por lo que no tienes”. Va más allá de dejar de poner la atención en la carencia para dar también lugar a lo que hay, valorando los pequeños encuentros de calidad y los pequeños placeres de la vida (que no son otros que los de satisfacer nuestras necesidades). Ese ir más allá, se refiere a plantearse también ¿cuán libre eras para moverte antes de todo esto? Si has de responder, por favor, se verdaderamente honesto/a contigo mismo/a… tu impulso, tu movimiento genuino, tu apetencia, tu placer cuando te movías o salias ¿era libre, pero libre de verdad?. Me pregunto si alguien se sentía libre yendo a trabajar justo en el lugar y momento que está marcado, si a todo el mundo le apetecen esos “compromisos sociales” o si… al fin y al cabo, la vida de muchos y muchas seguía limitada por los “debo / tengo que, etc”. Entonces… 

¿Éramos libres antes de estar confinados? o mejor dicho… ¿alguien se creía verdaderamente libre antes del confinamiento?

Igual soy dura, y puede que hayan muchas personas que no quieran ver ni saber. Por alguna razón (y no voy a entrar en filosofías, creencias o teorías físicas), hemos aprendido a mirar hacia afuera. Sin el mundo externo, para muchas personas, sus vidas pierden sentido. Ahora que no hay un “fuera”, sería el momento de ir “dentro”. Como la circunstancia es extrema, la resistencia también lo es y parece que hay un esfuerzo generalizado por seguir autoengañándonos para mantener esa MATRIX, ahora virtual, que nos da otra falsa sensación de seguridad (y lo que es peor, de contacto humano). Pero no pasa nada, el confinamiento se alarga y así, se da tiempo para madurar y que pueda producirse un cambio de mayor profundidad.

Aún confinados, las obsesiones principales se dividen en dos: quienes siguen revelándose e invirtiendo sus energías en intentar salir y burlar estos límites, los llamados inconscientes e irresponsables. Y, quienes se autodenominan conscientes y responsables por quedarse en casa. ¿Conscientes?: quien no se obceca con el teletrabajo, o algo “productivo”; se evade mirando series, películas o vídeos de Youtube; hay quien “aprovecha” para hacer limpieza general; quienes parecen más cultos y son mejor vistos por leer y escribir; quienes siguen con una apretada agenda social por medio de pantallas; quienes fantasean con encuentros íntimos; o quienes juegan con videojuegos… Sigue siendo lo mismo, ambos casos, manifestados de maneras diferentes: se trata de entretenerse. ¿Y para qué entretenerse? Obvio, para no aburrirse porque… aburrirse… etimológicamente (y siguiendo a Humberto Maturana), viene de “abhorrere”. “Ab” es ausencia o vacío, y “horrere” es horror o miedo. Todo lo que hacemos para entretenermos en esa rueda de Hámster, que puede que critiquemos y detestemos, lo hacemos para conseguir entretenernos y así desviar ese miedo al vacíoUn vacío entendido, no como el abismo que fácilmente nos podemos imaginar; más bien, como la oportunidad que pertenece a la consciencia transcendiendo el pensamiento hasta llegar a la unión de lo neurocientífico con lo espiritual.

Llegados a este punto, la propuesta para quien quiera realmente algo de Libertad, es dejar de buscar la libertad “fuera”, de entretenernos y de temer a nuestro interior. La invitación es a buscar la dichosa Libertad dentro de nosotros mismos. Pues, partiendo de la base de la aceptación de las limitaciones ya existentes, la idea es que no nos limitemos más a nosotros mismos y consigamos el máximo rango de libertad posible. ¿Y cómo? Pues, hasta donde las personas sabias e iluminadas apuntan, el camino es el de la consciencia. Pues, si por lo menos, no nos vemos sujetos a automatismos y podemos ser verdaderamente conscientes de las decisiones que tomamos desde la humildad y la honestidad; poniendo atención a qué evitamos y qué buscamos con cada una de nuestras posturas o acciones, ya no estaremos actuando (o no) de una manera u otra sin saber muy bien por qué. Son tantas las veces que nos interrumpimos las necesidades sin tomarnos la LIBERTAD de satisfacernos, y tantos los mecanismos que empleamos, que sería un capítulo a parte, más relacionado con teorías y metodologías para ampliar consciencia que con el tema de este artículo, la libertad en sí.

En definitiva, la idea que vengo a transmitir es que cuanto más estamos fuera, más aprisionamos nuestra libertad limitada. Es decir, para dar libertad a la libertad real y no a la ideal, la dirección a tomar es hacia adentro, no hacia afuera. Y a la vez, quienes decidan seguir viviendo en una libertad idealizada, que es un motor que permite una vida entre lo virtual y lo soñado, tienen todo mi respeto, al final cada cual hace su elección.. ¿o no?. Ahí lo que yo considero la LIBERTAD el poder elegir desde la consciencia y la aceptación humilde de los límites.

Nuria Yolanda
Psicóloga deportiva

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