Compañerismo

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Evidentemente, compañerismo deriva de compañero. Todos sabemos qué es un compañero. Desgraciadamente, cuando pensamos en la definición de compañero nos centramos en el mundo laboral. En éste ámbito existen los compañeros, porque esas personas también desempeñan una labor en la empresa que luego es remunerada a final de mes (más o menos, siempre en función de las horas, el cargo y la titulación). No obstante, al tratarse del mundo de la empresa, raras son las veces en las que está presente el compañerismo entre los compañeros. La razón es sencilla. Hay celos y recelos debido a la precariedad laboral que existe en estos tiempos de crisis y siempre se desconfía de algún compañero porque ese mismo te puede estar haciendo la cama o clavando la puñalada por detrás

¿Cómo hacer brotar el Compañerismo?

El Compañerismo surge sólo si se dan las condiciones óptimas: que haya trabajo en equipo. Para ello, deben estar muy claros los objetivos y las formas de llegar a cumplirlos. En lo que nos concierne, el trabajo en equipo debe significar (desde mi punto de vista personal), trabajar por y para el equipo. El equipo debe ser destinatario de ese trabajo a la par que la razón de ese trabajo.

Todas las preocupaciones que mencionaba antes también están presentes en un equipo de Baloncesto. Todo es igual salvo una pequeña diferencia… Un jugador que practica Baloncesto (en categorías de formación) lo hace porque le gusta y le motiva. En formación, todos saben que van a jugar más o menos lo mismo. Los minutos están asegurados siempre y cuando se cumpla con el equipo. Y ahora otra pregunta… ¿cómo se cumple con el equipo?

Favoreciendo la mejora individual (que es la única que depende directamente de ellos mismos). Si todos se esfuerzan en esforzarse, sube el nivel. Subiendo el nivel (que lo hacen ellos mismos) se motivan y se concentran (a veces se lo piden los unos a los otros). Al final, eso se traduce en una mayor exigencia del Aprendizaje. Ahora bien, también hay formas de ayudar a los compañeros. Se le puede ayudar a levantarse, echarle una mano, o incluso, en categorías como cadete o juvenil, explicarle o “ayudarle” a recordar una jugada o un sistema (para ello el jugador que ayuda tiene que tenerlo todo muy claro).

Inevitablemente, la mayoría de las veces en las que se comparten tantas horas, las relaciones entre los jugadores aumentan en frecuencia y en calidad. Al principio de temporada ves y observas el trato que tienen entre ellos los que aún no se conocen y alucinas porque jamás viste tanta incertidumbre en unas relaciones humanas. Luego el tiempo cumple con su deber de disipar esa incertidumbre para dar paso a la comunicación y luego a la confianza. Como entrenadores debemos fomentar esa comunicación. Eso sí depende de nosotros. La confianza, es algo mucho más relativo y más difícil de fomentar.

Por nuestra parte, como entrenadores, lo mejor que podemos hacer es no escatimar esfuerzos en mostrar la meta que hay que alcanzar (y que se puede alcanzar si se hacen bien las tareas y se cumplen los objetivos a corto-medio plazo). Sólo (que se dice rápido) con el trabajo de todos, tanto de jugadores como del entrenador, se llega a buen puerto. Para ello, en trabajos de táctica colectiva, a nivel de juego global, tenemos que mostrar las responsabilidades que tiene cada uno en ataque y en defensa. Que si uno falla, le falla al equipo. No hay ninguna duda de la intención del jugador: A NADIE LE GUSTA FALLAR, aunque todos fallamos en algo y tampoco hay que olvidar que eso es lo que nos hace ser “personas humanas”, al igual que entender un fallo nos lo hace ser también. Es curioso comprobar cómo es siempre mucho más sencillo y cómodo ver los fallos ajenos antes que los propios…

En los entrenamientos, tenemos que corregir las carencias de los jugadores. Mostrar que un fallo de uno hoy puede ser otro fallo de otro mañana (como entrenadores debemos hacer lo posible para que no se repitan los mismos fallos). Pero ante todo, pedirles que escuchen los fallos de sus compañeros como los suyos propios. Porque son compañeros (y a veces amigos), y por esa razón, les tiene que interesar que su compañero y/o amigo mejore a la vez que también les puede ayudar a evitar o anticipar ese fallo.

Me acuerdo de un jugador que se enfadaba siempre que alguno de sus compañeros fallaba estrepitosamente en un partido. Se desesperaba; era la frustración ajena personificada y lo único que hacía era tensar más la situación y agravar el problema. Hablé con él y le dije que el fallo de su compañero no era grave porque todos fallamos. Pero peor era lo que él estaba haciendo con su compañero, fallarle en ánimos y en confianza.

Le cité una frase de Earvin “Magic” Johnson: “No te preguntes qué pueden hacer tus compañeros, mejor pregúntate qué puedes hacer tú por tus compañeros”.

Ese jugador aprendió a controlarse y cambió su actitud. Ahora es un buen compañero y aporta confianza.

“La unión hace la fuerza” es una de las frases más famosas de la historia, pero nunca se habla de los valores que se encuentran detrás de ella: cohesión y solidaridad. Cuánto más de estos valores haya, más unidos y comprometidos estarán todos con todos, y por lo tanto serán mejores compañeros. Sólo si fomentamos estos valores, brotará el Compañerismo.

Cedric Arregui Guivarc'h
Entrenador Superior de Baloncesto (CES 2014)

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